
Situada detrás del antiguo monasterio de San Francisco, destaca por la calidad de sus aguas.
En 1964, una orden del Gobernador civil, permitía al vecindario su utilización; cosa que no ocurrió con las demás, clausuradas por estar contaminadas. En la actualidad, los cacereños siguen acudiendo a ella para abastecerse de agua, ya que tiene gran calidad por su naturaleza silícea (procede de la infiltración en las cuarcitas de La Montaña), así como propiedades diuréticas. A finales de los años 90 fue restaurada por los talleres de la U. P., y ha sido objeto de una reciente intervención en 2004 (Proyecto Urban-Calerizo). En su entorno se ambientaron leyendas cacereñas que tenían como marco la fuente, el arco-acueducto (ya destruido) y la callejuela de la “Mansaborá”.